martes, 11 de enero de 2011

Sin título aun

Y es un suave frio el que se desliza por la piel de mi rostro, es un gélido sentimiento guiado por la sutileza de una lágrima al caer.

Representando el vacío de un sentimiento cuando dispuesto a ser más que eso, se encuentra bajo la lluvia junto a un alma muriendo en soledad.

Es la única muestra del dolor de un cuerpo que parece no querer aguantar, de un pedazo de alma que muriendo de tristeza se esconde bajo un abanico de ambigüedad.

Y al parecer no es la única muestra, no es solo una gota de sal la que se desliza por mi cara, es un torrente de aguas gélidas, que sin dudarlo, una y otra vez caen bajo el amparo de mi triste mirada.

Este es el indicio de mi muerte en vida, es la única razón por la que, tanto mis ojos como mi boca, prefieren hablar en un silencio esporádico cada minuto antes de que el alma se vuelva loca.

Es la única razón por la que mi cuerpo ya un inmenso dolor por si solo denota, uno que es tan grande y tan fuerte que no se puede quedar quieto y como unas cataratas se desborda.

Es el misterio de un amargo ser que se vio involucrado en el sueño más utópico que jamás imaginó, es la evidencia de un sueño que con la vehemencia de un espejo al ser arrojado contra el suelo se rompió.

Es la respuesta de unos pies que no quieren avanzar, es sin duda alguna la respuesta que me doy yo mismo cuando me voy cuenta que no tengo más razones para luchar.

Es la tan tergiversable forma de mostrar un sentimiento por medio físico, aquella misma que puede tornar la vida en un torbellino carente de bríos.

Y es que al ver cada gota que cae, y al saborear su salado gusto, me doy cuenta que no importa ni lo uno ni lo otro, que simplemente es mi alma la que veo verterse en trozos.

Es simplemente un vacio que no comprendo, es un dolor más fuerte que el más fuerte de los tormentos, que aunque no se puede expresar, es el mayor de mis lamentos.

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